Tengo algo que confesar

Katherine Aguilar Katherine Aguilar
Real Monasterio de Santa Catalina de Siena, Hernández Arquitectos Hernández Arquitectos منازل
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Tengo algo que confesar: Estoy terriblemente enamorada de un lugar que me ha robado el corazón una y otra vez, y espero que a ti también te pase lo mismo. Si no es así, no hay problema, entre gustos y colores no han escrito los autores. Esta maravilla ha sido construida (hace tan solo un año) al lado del antiguo monasterio que fue demolido y era habitado por las monjas dominicanas, con 5.000 m2 y cuatro plantas de altura, se dividen las actividades diurnas de las nocturnas en dos volúmenes. El arquitecto Hernanández Arquitectos maneja un lenguaje de formas puras y simples, líneas rectas donde el color blanco es el rey dentro del espacio, combinando mobiliario contemporáneo y piezas del S.XV propiedad de la congregación. Acompáñenme a este encantador paseo.

Pasillos cubiertos

Esta fotografía es alucinante, como en una película de terror pero esta vez no es un espacio macabro como en la película del espinazo del diablo. Encontramos estos pasillos cubiertos totalmente iluminados con aislamiento acústico y térmico que recorren alrededor del patio central y comunican todos los espacios del claustro.

Volúmenes simples en fachada

Veamos la fachada principal que se alza al noroeste, un volumen blanco y horadado es interceptado por un elemento vertical y gris, siendo éste el campanario de concreto estriado que incorpora una nueva textura. Los 3 volúmenes indican zonas distintas, el primero es la iglesia con su campanario gris para culminar en un elemento horizontal que es la entrada al monasterio.

Analizando la paleta de colores ésta se proyecta hasta en el pavimento de acceso teniendo tonos grises y líneas blancas, en la fachada un punto marrón con un alero sutil indican el acceso.

Sigamos recorriendo el exterior

Si seguimos caminando por el acceso al monasterio nos encontramos dos volúmenes, el de la izquierda de planta cuadrada y patio central disponiendo alrededor las instancias de actividades diurnas y del lado derecho un volumen vertical de 4 pisos que contiene las habitaciones, éstas se protegen del sol con celosías móviles generando una fachada dinámica que cambia constantemente. ¿Qué les parece?

Aquí los colores gris y blanco se ven acompañados por el guayaba del pavimento, pixeles que se desplazan formando esa hermosa trama que se detiene en el verde olivo del jardín.

La fachada y su composición

Caminemos hacia el este, buscando la otra fachada del volumen de dormitorios. Una cara totalmente opuesta a la anterior, cerrada al exterior pero con una composición de agujeros verticales que mantiene la proporción entre sí y con el volumen, si nos abstraemos por un memento, veremos un volumen horizontal como base al que se le intercepta otro volumen horizontal de mayor altura. El juego compositivo es impecable.

Juego de texturas

Ahora nos vamos al volumen bajo y encontramos que guarda relación con la fachada de dormitorios, el lenguaje compositivo se mantiene por todos lados. Pero, ¿Qué mas vemos? una retícula en fachada que cada tanto posee una abertura proporcionada con acabado liso que sirve de fondo a un plano de concreto corrugado y un piso de textura áspera que es la superficie de asiento al mural de concreto. En una misma escena encontramos 3 texturas diferentes que conviven en completa armonía. Un momento, ¿Qué hay detrás de ese muro? Veamos.

Entremos a rezar en el templo

Detrás del muro gris y oscuro que vimos arriba nos encontramos esta majestuosidad de capilla, a la derecha y al fondo se encuentra el patio de luz protegido por el mural de concreto. En un gran espacio blanco con piso de mármol se dispone el mobiliario nuevo para los fieles, ¿saben de quién es el diseño del banco? Su nombre Vacante es nada más y nada menos que del arquitecto Enric Miralles, si no lo conocen deben buscarlo ya. Las convenciones de murales y vitrales en las paredes se rompe en este caso, lo único que observamos son los mosaicos recuperados de la antigua iglesia.

Giremos 180° dentro del templo

El vidrio como elemento separador de una manera física pero no visual marca la zona reservada para las monjas de clausura. Tanto las paredes como el techo dejan de tener murales y vitrales para dar paso a vanos y claraboyas que guardan el mismo diseño. Que increíble como el espacio se divide no sólo por el vidrio sino por su mobiliario, arriba veíamos un banco de líneas rectas, ligero y austero, mientas que en este caso vemos elementos pesados y grabados del S.XV. La idea tradicional de la capilla es transformada dando pie a un nuevo espacio.

El patio central como espacio de contemplación

El patio como centro, entorno al cual giran las actividades, recrea un espacio de contemplación, manteniendo un diseño austero y simple, con 3 espacios diferenciados a partir de su materialidad en el piso. Esta vista me recuerda automáticamente a ’la villa Saboya’ de Le Corbusier, teniendo una caja horizontal suspendida en unas columnas muy finas,con una franja de ventanas a todo lo largo del volumen. ¿a ustedes no les recuerda la villa?

Una puerta, un mensaje

Este grupo de monjas debe llevar una vida contemplativa, dedicada a la oración y a la encuadernación de libros y folletos, teniendo un espacio de silencio, armonía y austeridad, es lo que se logra en este hermoso proyecto donde los cánones religiosos a nivel de diseño se rompen dando inicio a nuevas posibilidades.

No podía despedirme sin dejarles esta preciada imagen, donde observamos unas frases elegidas por las monjas y dibujadas en acero inoxidable sobre la gran corredera de alabastro que gracias a sus propiedades traslucidas permite el paso de la luz en la capilla. ¿Lo recuerdan?

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