Las viviendas rurales despiertan un especial interés tanto en los amantes del campo como en los urbanitas que de tanto en tanto buscan la tranquilidad de la naturaleza. En todo el territorio español podemos encontrar diferentes edificaciones de este tipo. Sin embargo, según su emplazamiento toman diferentes características. Son Manxo es una de ellas. Sus típicos exteriores mediterráneos con piedra, teja y exteriores enlucidos de tonos claros delatan su ubicación en las Islas Baleares. Ubicada en una parcela con vegetación, la vivienda cuenta con diferentes volúmenes, cuyas materialidades y formas parecen indicar que fueron construidos en diferentes periodos de tiempo. A pesar de su indiscutible encanto, la edificación necesitaba una reforma. El proyecto fue llevado a cabo por el estudio Beppoarquitectura, respetando su tradición y tipología. La visitamos a través de la siguiente selección de fotografías.
El volumen menos tradicional de todos se encuentra a la izquierda del conjunto. Un paseo de gravas con vegetación nos conduce a él. Y aunque sus fachadas son diferentes a los del resto, tienen características comunes, como el tejado inclinado de tejas. Una marquesina oscura puede acoger un toldo, protegiendo los grandes huecos de vidrio del sol.
Diferentes volúmenes componen Son Manxo. A la derecha, una construcción de piedra con forma de arco indica su carácter tradicional. A pesar de estar construidos en una parcela con desnivel, los edificios se encuentran sobre una plataforma de piedra que actúa de patio de bienvenida. Sobre ella, una vegetación, principalmente de matorral, aporta un toque verde y aporta privacidad a los exteriores.
La plataforma que salva el desnivel de la parcela se aprovechó para construir un patio de piedra. Protegido por la vegetación y con vistas al paisaje circundante, este espacio exterior da servicio a los interiores, permitiendo a los habitantes de Son Manxo aprovechar el buen clima de las islas.
Si los exteriores desprendían tradición, en el interior el paisaje es diferente. A pesar de que se mantuvo el espíritu rural de la edificación, la reforma renovó los materiales y las formas, otorgándole un estilo más depurado y minimalista. Los muros pintados de blanco, la sencillez del mobiliario y el pavimento continuo crean una escena de tendencia moderna. Aquí, la cocina.
Sin embargo, es en los detalles donde la tradición se hace presente, creándose un escenario donde el presente y el pasado conviven en armonía. La madera, los muebles de obra o las viguetas de madera son algunos de ellos. Sobre el blanco, diferentes notas de color crean un contraste juvenil y fresco. Se consiguió una atmósfera cálida y acogedora.
Además de la piedra o la teja, la madera es uno de los materiales característicos de las edificaciones rurales. Está presente en la estructura, en las carpinterías de las ventanas y las puertas. Contrarresta la frialdad del blanco y colabora en la atmósfera rural del interior.
Los muros gruesos evidencian que se trata de una construcción rural típica. Los pequeños huecos abocinados remarcan en madera el paisaje mediterráneo, inundando el interior de colores verdes.
La escalera es otro de los elementos más tradicionales de la casa. Tabicada y en blanco, su forma irregular e imperfecta conduce al nivel superior de la edificación. La barandilla de hierro oscura facilita su uso, mientras que pequeñas ventanas como la que veíamos en la anterior imagen la iluminan con luz natural.
Hasta aquí el recorrido por esta vivienda rural. Si quieres conocer más proyectos similares, no te pierdas: